Nochebuena – El libro de los Abrazos – Eduardo Galeano

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FERNANDO Silva dirige el hospital de niños, en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedo trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.

Hizo una ultima recorrida por las salas, viendo si todo quedaba en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodon: se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra, lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpa o quizás pedían permiso.

Fernando se acerco y el niño le rozo con la mano:
– Decile a… — susurro el niño — . Decile a alguien, que yo estoy aquí.

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